sábado, 27 de febrero de 2010

Comentario a la Parábola de "Las casa incendiada" (Sutra del Loto Blanco)


Por supuesto que a menudo estamos tan ocupados disfrutando que ni siquiera oímos la
llamada; igual que los niños en la parábola. Ellos apenas hacen caso a las llamadas de su padre. Pues como dice el Buda - y seguramente lo diría con una sonrisa - están absortos en sus juegos. Nosotros nos quedamos absortos en nuestros juegos - los juegos psicológicos, los juegos espirituales, los juegos culturales en que pasamos casi todo el tiempo. Nos fascinan tanto nuestros juegos de éxito, prestigio, popularidad, egoísmo disfrazados de realización del potencial etc, que aunque oímos la voz de lo divino, la voz del Buda,seguimos jugando.
Además, somos como los niños en la casa en fuego, no solo seguimos jugando, sino que corremos de acá para allá, de un juego a otro. Somos seres intranquilos, ansiosos, incapaces de permanecer en un sitio mucho rato. Deseamos constantemente cambiar de juego, incluso de compañero o compañera, y acabamos corriendo de acá para allá desesperados. De vez en cuando alguna cosa nos hace detenernos. Recordareis que en el cuento los niños se paran de vez en cuando para mirar al padre un instante. De modo parecido, nosotros conforme vamos corriendo de acá para allá con nuestros jueguitos, echamos una ojeada a veces hacia la religión.
¿Qué puede hacer el anciano? La fuerza no sirve y los niños no responden a su llamada.
Finalmente la única alternativa es el recurrir a una estratagema - en otras palabras, una
trampa. Este tipo de engaño, que beneficia a quien se le hace, se llama en el budismo upaya kausalya, o medio hábil. El anciano sabe que los juguetes les gustan a los niños, por eso, decide persuadirles a salir de la casa incendiada con la promesa de carrozas de distintos tipos: carrozas de ciervos, carrozas de cabras, carrozas de novillos. Estos tres
tipos de carrozas representan, técnicamente, los tres vehículos, los tres yanas - el sravakayayana, el pratyekabuddhayan', y el bodhisattvayana - es decir, el ideal del Arahant, el ideal de la Iluminación privada y el ideal del Bodhisattva. Las carrozas también simbolizan distintas formulaciones de la enseñanza del Buda, incluso distintas formas
sectarias del budismo, adaptadas a las necesidades de temperamentos diferentes.
Aunque los niños no hacen caso a los avisos de peligro del padre, en cuanto él les promete
todos esos juguetes magníficos, salen corriendo. Su reacción ilusionada a la promesa de sus juguetes predilectos, dice algo un tanto perspicaz sobre cómo la religión atrae a la gente. Parece sugerir - tomando en cuenta lo que simbolizan los juguetes - que el enfoque a la verdad sectario y subjetivo atrae mucho más que un enfoque más universal y objetivo.
Parece ser así en la práctica. Es cierto que son las formas mas exclusivas de la religión las
que ejercen una atracción emocional mas fuerte. Si tu estrategia inicial es decir: “Mira, yo
lo veo así. Otros lo ven de modo distinto, quizá tengamos todos razón desde nuestros puntos de vista y podemos ir todos adelante juntos”, no convencerás a la persona corriente.
La manera de atraer a seguidores es mantener que la tuya es la sola religión verdadera y
que las demás se equivocan todas. Esto explica porqué las formas del budismo que a lo largo de la historia se han hecho más exclusivas - es decir, exclusivas en la manera que la exclusividad se entiende en el budismo - son las más populares en occidente.
¿Que un enfoque sectario es más popular quiere decir que sea necesario? ¿Es que tenemos
que seguir un camino particular y sólo posteriormente tomar un enfoque más amplio en
nuestra experiencia espiritual, igual que hicieron los Arahantes? Si contemplamos nuestra posición, veremos que es poco probable que eso nos sea posible. En la época del Buda sin duda eso era posible. Sus discípulos podían aprender y practicar una sola enseñanza. En aquella época no había escritura, al menos no la había para asuntos religiosos, así que el Buda daba todas sus enseñanzas oralmente. Los discípulos no disponían de libros sobre la religión y ciertamente no iban a otros maestros, por lo tanto sólo sabían lo que el Buda les enseñaba.
Aun en épocas más recientes, formas distintas de religión existían independientemente en partes distintas del mundo, incluso en un mismo país. Era pues perfectamente posible limitarse a una enseñanza o secta ignorando completamente todas las demás. Hasta no hace mucho tiempo, se podía ser cristiano en occidente sin haber oído nunca nada sobre el Budismo o el Hinduismo; y en el oriente se podía ser budista sin jamás oír nada sobre el
Cristianismo.
El mundo ha cambiado mucho. Hoy en día cualquiera puede estudiar cualquier cosa.
Todas las enseñanzas espirituales están disponibles en libros - “Quien se mueve, lee” como dijo John Keble. Es entonces imposible mantener a alguien alejado de enseñanzas para las que no está listo. Esto quiere decir que la gente obtiene todo tipo de enseñanzas que sólo puede entender mal y malinterpretar, porque no están lo suficientemente desarrollados espiritualmente. Esto no puede ser constructivo. Con las mejoras en la comunicación y el transporte, el mundo se está haciendo cada vez más pequeño. Todas las religiones, incluso
todas las sectas, son cada vez más fáciles de encontrar por todas partes. Ya no es posible
seguir una e ignorar todas las demás; como mínimo sabremos de ellas por medio de libros y de comentarios.
En estas circunstancias, lo único que se puede hacer es que las religiones traten de ver la
parábola de la casa incendiada en su perspectiva universal. Todos necesitamos tratar de
reconocer que todos los caminos son aspectos diferentes de un mismo camino, el camino a
la Budeidad perfecta, el camino a la Iluminación. Por supuesto que siguen habiendo temperamentos distintos, pero el sectarismo ya no es necesario para atender a sus requisitos. Elegir un método de práctica espiritual apropiado para nuestras necesidades es suficiente; por ejemplo un método adecuado de meditación. No necesitamos ser
theravadines, practicantes de Zen o mahayanistas, ¿Por qué no ser simplemente budista? Y
el budismo puede ser interpretado de forma muy amplia. Según el propio criterio del Buda,
el budismo es todo lo que conduce a la Iluminación del individuo. De todos los maestros religiosos, sólo el Buda parece haber comprendido que la religión es realmente el proceso de evolución y desarrollo del individuo. Las organizaciones sectarias tienden a perder esto de vista. De hecho, muchas de ellas lo que más expresan son emociones negativas y estaríamos mejor sin su exclusividad e intolerancia.
Habréis notado que los niños en la parábola tienen tantas ganas de tomar las carrozas que
salen de la casa empujándose y dándose codazos. Del mismo modo, nosotros, con las prisas de salir de la casa para agarrar nuestro juguete, en vez de salir cogidos de la mano, damos codazos y empujamos a los demás que están tratando de salir también. Quizás
precisamente no persigamos a nadie - al menos si somos budistas - pero aun así puede que no radiemos exactamente sentimientos positivos hacia los que siguen otros caminos. Como hemos visto, eso ha de cambiar, y, de hecho, la parábola demuestra que cambia cuando uno progresa en el camino que ha elegido. Una vez que los niños están fuera, el anciano le da a cada uno de ellos el mejor tipo de carroza - el mismo tipo para todos - mejor y mayor
que cualquiera que hubiesen podido imaginar. Esta es la indicación de que cuanto más cerca se está de la meta, más convergen los caminos.
La gente entra en la vida espiritual de manera distinta. Algunos a través de la música, el
arte y la poesía; otros por el trabajo social, otros por la meditación, otros por el deseo de
superar problemas psicológicos apremiantes. Hay quien se siente atraído por el Zen, hay
quien por el Theravada. Todos tenemos nuestra propia idiosincrasia, por lo tanto es natural
que al principio nos sintamos atraídos por cosas diferentes. Pero a medida que profundizamos en el enfoque que hemos elegido, nos damos cuenta de que está cambiándonos. Nos empezamos a dar cuenta de que nuestra idiosincrasia y nuestro
temperamento - aquello que nos llevó a elegir un enfoque particular - están alcanzando una
resolución.. Al final llegamos a entender que todas los tipos de arte, todos los tipos de
religión, son medios para la evolución superior de la humanidad. Por medio de nuestra participación en alguno de ellos evolucionamos, y otra gente también evoluciona, aun sí sus intereses y preocupaciones son distintas a las nuestras. Estamos todos evolucionando juntos, todos participamos en el mismo proceso de la Evolución Superior; en términos
budistas, el proceso de la Iluminación cósmica. Este es realmente el mensaje de la parábola
de la casa incendiada.
¿Quiere esto decir que la parábola tiene como enseñanza el universalismo? ¿Nos dice que
la distinción entre los yanas es algo ilusorio? ¿Que en realidad hay sólo un yana? Yo entiendo que el universalismo dice que todas las religiones enseñan la misma cosa y que, por lo tanto, no hay diferencia entre ellas. Las doctrinas parecen diferentes pero los universalistas dicen que eso es sólo cuestión de palabras; el significado es el mismo. Esto lo defienden tratando de equiparar doctrinas distintas. Por ejemplo, dicen que la Trinidad cristiana (el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo) corresponde al trikaya budista
(dharmakaya, sambhogakaya y nirmanakaya) y al trimurti hindú (Brahma, Visnu y
Mahesvara). Este tipo de ecuaciones en todos los sentidos, que es la esencia misma del
universalismo, con frecuencia conduce a interpretaciones muy forzadas.
Está bastante claro que la parábola de la casa incendiada no enseña el universalismo en ese
sentido. No dice que todas las religiones enseñan lo mismo; obviamente enseñan cosas distintas. Además, algunas religiones están más avanzadas que otras; las religiones universales, por ejemplo, están más avanzadas que las étnicas. Los universalistas pretenden que todas las religiones son verdaderas en cualquier respecto, pero los budistas dirían que hay enseñanzas que pasan por religiosas pero que, porque son falsas, no son en absoluto religiosas. La doctrina cristiana del castigo eterno es un ejemplo de tales enseñanzas.
La parábola no dice ni siquiera que todos los yanas del budismo enseñen lo mismo. Lo que definitivamente mantiene es que todos los distintos caminos son parte de la misma
“corriente de tendencia”, como diría Matthew Arnold. Todos estamos tratando de salir de
la misma casa incendiada. Ciertamente, la parábola hace énfasis en el movimiento, la escapada, en algo dinámico, contrariamente a la enseñanza estática universalista. El universalista fija sistemas de creencias en pautas que dependen excesivamente de las similitudes conceptuales, mientras que la parábola de la casa incendiada se apoya en la
unidad del proceso de evolución.
Otro asunto que surge en la parábola que debe ser comentado, ya que constituye un tema principal, es la idea de la escapada como modelo para la vida espiritual. La única preocupación del anciano es que sus hijos se escapen de la casa incendiada. ¿Quiere esto decir que la parábola enseña el escapismo? Bueno, es bastante obvio que si lo
enseña en cierto sentido. Mucha gente diría que eso es típico de la forma en que las religiones nos incitan a huir de los problemas del mundo, e incluso de nuestros propios problemas. Además dirían que eso es verdad particularmente en el caso del budismo.
Pues ¡Mirad al Buda, dejando a su esposa y a su hijo! ¿No evita sus responsabilidades y
sus obligaciones? Hay quien diría que los cristianos permanecen en el mundo y tratan
de mejorarlo, tratando de ayudar al enfermo y cuidando al necesitado, mientras que los
budistas son unos holgazanes que meditan y no hacen caso de los pecados y el sufrimiento a su alrededor. ¡Puro escapismo!
¿Pero escaparse es moralmente incorrecto? Suponed que estéis literalmente atrapados en
una casa incendiada. Allí, en la ventana del piso de arriba, rodeado de humo y de
llamas. Llegan los bomberos y te escapas saltando a la red o descendido por las escaleras. ¿Dirían tus amigos después, ‘no debías haberlo hecho, eso es escapismo’? El budismo simplemente ve que nuestra situación de sufrimiento y dolor, o como mínimo de limitación, imperfección y frustración. Entonces nos dice ‘sal de ahí’. Esto es actuar de forma realista, es igual que escapar de la casa incendiada.
Quizá la palabra ‘escapada’ no sea la correcta. Su significado principal es “ganar la
libertad por medio de la huida”, “salir ileso”, etc. Pero en el siglo diecinueve obtuvo la
acepción de “distracción mental o emocional de las realidades de la vida”. Esto dio lugar a la noción de escapismo: ‘la tendencia a buscar, o la práctica de buscar, tal distracción’. La casa incendiada en la parábola representa la circunstancia en que se
encuentra el ser humano. Dadas las connotaciones del término “escapar”, sería mejor hablar de transcender la circunstancia humana en vez de escapar de ella. La parábola nos enseña como transcender nuestro estado actual, como pasar de un estado inferior, una existencia menos satisfactoria, a otro superior y más satisfactorio.
Todo esto no quiere decir que no haya tal cosa como el escapismo, pero necesitamos comprender lo que el escapismo es realmente. No todos estamos dispuestos a hacer el tipo de esfuerzo que requiere el proceso del crecimiento y el desarrollo; es de esto de lo
que tratamos de escapar. Cuando tratamos de evitar situaciones que exigen que vayamos más allá de lo que hasta entonces somos, cuando tratamos de olvidar la circunstancia humana, cuando tratamos de procurarnos una vida fácil, éstas son las ocasiones en que realmente somos escapistas. El escapismo es la estancación, incluso la regresión. Es cierto que a veces la actividad religiosa es también escapismo cuando consiste en alabar la religión sin hacer ningún esfuerzo para la transformación personal; esto, sin embargo, es menos frecuente hoy en día porque menos gente participa de la religión. Actualmente lo más normal es que sean las actividades no religiosas las que proporcionen las salidas para el escapismo. Para mucha gente el trabajo es escapismo, lo es también la política e
incluso las artes. La lectura es escapismo, ver la televisión es escapismo. El sexo es escapismo. En resumen, todo lo que en la vida no lleva consigo un esfuerzo positivo y deliberado para evolucionar es escapismo. Si recapacitamos sobre esto veremos que el escapismo es la norma en vez de la excepción. Está claro que el escapismo de ese tipo
no es en absoluto lo que nos enseña la parábola de la casa incendiada. De lo que trata,
sobre todo, es del crecimiento, el desarrollo, la evolución.
Hoy en día la casa incendiada arde más alegremente que nunca, sólo hay que abrir un periódico o poner la radio cualquier día de la semana para percatarnos de ello. Entonces la cuestión de la escapada, o mejor dicho, la cuestión de la transcendencia, del crecimiento y del desarrollo hacia un estado superior, se ha convertido en algo más urgente que nunca, tanto para el individuo en sí como para el individuo como parte de la
comunidad espiritual. La religión convencional tal y como nos ha llegado ya no nos es muy útil. Incluso el budismo tradicional oriental ya no nos es muy útil, ni a nosotros los occidentales ni a la gente de oriente.
Aun así, no hay que desesperarse. Como dice un antiguo refrán: siempre se da la oscuridad máxima antes del amanecer. En potencia, al menos, nos encontramos en el dintel de una época en la que el mundo será un sólo mundo. Una época en que habrá
una sola comunidad mundial, simplemente una cultura humana a la que todas las culturas existentes contribuirán lo mejor que tengan. La Iluminación será la meta universalmente reconocida para cualquier ser humano y el camino de la evolución
superior será reconocido universalmente como la forma de alcanzar tal meta. Pero esto
no va a ocurrir automáticamente. Esto sólo ocurrirá en la medida que el ser humano individual trate de crecer y si empezamos a hacer un esfuerzo para ello a partir de ahora mismo. Si prestamos atención al mensaje de la parábola de la casa incendiada podremos transcender, incluso aquí y ahora, la circunstancia humana.

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